PRUEBAS DE VALORACIÓN

BRUNET-LÉZINE

Escala de Desarrollo Brunet-Lézine dirigida a los niño/as más pequeños (de entre 1 y 30 meses), para valorar la postura (control postural o motricidad general), la coordinación (coordinación visomotora), el lenguaje (comprensión y expresión) y la sociabilidad (relaciones sociales).

Esta escala se caracteriza por una aplicación sencilla y rápida, y nos permite calcular una edad madurativa y una edad de desarrollo global, así como estos mismos parámetros por cada una de las áreas, ofreciéndonos visualizar un perfil de desarrollo más ajustado a las necesidades del niño/a.

      

PRUEBAS DE VALORACIÓN...

Escala RIAS: es una prueba de fácil aplicación que se puede usar desde los 3 años hasta los 94. Su uso tiene varias ventajas:

 

En primer lugar, solo se necesitan 40 minutos para garantizar resultados con una alta fiabilidad y validez.

En segundo lugar, cuenta con materiales de fácil aplicación y a través de cuadernillos con imágenes visuales e instrucciones verbales, nos permite obtener tres índices de Inteligencia: verbal, no verbal y memoria.

 Y por último, aunque puede ser aplicada de manera aislada, admite combinarse con otras pruebas que midan factores no contemplados en esta escala, con el fin de complementar el proceso valorativo.

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ESCALA OBSERVACIONAL DE DESARROLLO (EOD)

Escala Observacional del Desarrollo (EOD) nos permite valorar e intervenir en el Centro de Atención Temprana un momento bastante aproximado del desarrollo en que se encuentran nuestros niño/as en el momento de la exploración.

La EOD se basa en la observación sistemática y pormenorizada de las conductas del niño/a a lo largo del desarrollo (de 0 a 6 años). A través de cuestionario adecuados a cada edad nuestros profesionales (logopedas, estimuladores, fisioterapeutas, psicomotricistas, psicólogos) van pudiendo valorar si el niño/a realiza o no determinadas conductas esperables en su momento de desarrollo.

 

 

CAMDEX-DS: la utilización de test nos permite aproximarnos a las necesidades de las personas con discapacidad intelectual adultas ya que nos orientan sobre las competencias cognitivas que están debutando en un deterioro cognitivo progresivo. A través de este tipo de herramientas podemos determinar las necesidades de apoyo a la vez que valorar las competencias personales y la pérdida de habilidades para poder acercarnos a evaluaciones más acertadas de la situación real de las personas con las que trabajamos.

En edades adultas las personas con discapacidad intelectual cursan momentos de envejecimiento activo que acompañan con deterioro en funciones cognitivas superiores así como en habilidades de la vida diaria que les provocan cambios en su calidad de vida. La prevención de estas situaciones de deterioro nos permite a los profesionales ajustar el enfoque de nuestras terapias y los contenidos trabajados en los programas.  A partir de las nuevas situaciones podemos ser fieles en los programas de atención individual y por tanto acercarnos a las necesidades reales de las personas.